Hoy quería hablaros de la relación entre emociones y comida a raíz de un eslogan que se emite actualmente en la televisión. Aunque no es el primero que se emite de este tipo, la asiduidad con la que veo este tipo de asociaciones ha hecho que salte mi alarma. Se trata de eslóganes y anuncios que relacionan directamente alimentos con estados emocionales, como la felicidad.
Diariamente los medios de comunicación nos bombardean con un sinfín de mensajes que, debido a la cotidianidad que los rodea (vallas publicitarias, marquesinas de autobuses, televisión, asaltándonos en páginas webs…), terminamos por dejarlos pasar a nuestro interior sin ponerles filtro: Es decir, leemos e interiorizamos muchas de las propagandas que vemos sin pararnos a pensar en el mensaje que estamos dejando entrar.
Por desgracia, los trastornos de la conducta alimentaria, desde la anorexia nerviosa hasta el trastorno por atracón, son cada vez más comunes dentro de nuestra sociedad y muchas veces, los medios de comunicación unidos a los cánones actuales de belleza, se convierten en un peligro potencial. Y tenemos que concienciarnos de lo importante que es pasar, conscientemente, el filtro a los mensajes relacionados con belleza o comida.
Olvidamos muchas veces que la función principal de la comida es nutrirnos para ayudarnos a sobrevivir y llegar con energía a la siguiente ingesta. Pero tanto las películas como muchos anuncios, rompen con esa asociación creando una nueva: la comida está directamente asociada con la regulación de ciertas emociones. ¿Quién no ha visto la típica escena de esa mujer, que recién terminada la relación con su pareja, se acurruca en el sofá con un gran bote de helado? ¿O cuántos de nosotros mismos no hemos reclamado ‘algo dulce’ cuando teníamos bajo ánimo? Pues esto, es un error. Las emociones se atienden y calman con estrategias de regulación emocional, no con comida.
No podemos, en la mayoría de los casos, culpar a nadie por esta asociación, ya que desgraciadamente en los colegios no se enseñan cosas tan básicas y primordiales como educación emocional. Nadie nos ha enseñado cómo regular nuestras emociones y tendemos bien a buscar nuestras propias estrategias o bien a aprenderlas de ciertas fuentes no fiables (películas o anuncios) para poder regularlas. Pero la emoción no se tapa con comida. La tristeza se atiende con cariño como cualquier otra emoción, se escucha su mensaje y se le da una salida sana, como llorar o buscar un abrazo. Tapando la emoción con helado, con chocolate o con cualquier otro producto, sólo estamos:
– Dándole un mal uso a la comida.
– Desatendiendo nuestras necesidades.
– Relacionando malestar con comida, dándole paso a un posible trastorno de la conducta alimentaria.
Con eslóganes actuales que relacionan directamente productos alimentarios (generalmente dulces) con estados de ánimo positivos, lo que entienden nuestros más pequeños es que ese alimento da la felicidad. Y si están tristes, si sienten vacío, ¿qué es lo que tienen en la cabeza? Que comiéndose un bocadillo de ese producto o bebiendo ciertos refrescos, van a sentirse mejor. Y lo más probable es que la emoción sea de una intensidad tal, que el bocadillo no va a tener las cantidades adecuadas ni de pan ni de mezcla.
La comida no es un castigo ni un premio. Y la felicidad se encuentra en el bienestar físico, emocional y psicológico, trabajando diariamente con estrategias como la regulación emocional o el mindfulness, no con alimentos. Y por ello es importante que si identificáis en otros o incluso en vosotros mismos que quizá estéis haciendo un uso indebido de ciertos alimentos o notáis que esas ingestas están relacionadas con momentos duros o de emociones intensas, busquéis ayuda profesional tanto a nivel psicológico como nutricional.
Espero que la próxima vez que veáis un anuncio de estas características o alguno parecido como otro eslogan que se publicitaba este verano incitando a no esperar el hambre para tomar su producto, penséis en todo esto y podáis pasarle el filtro al mensaje que nos están haciendo llegar. Y que todos juntos podamos trabajar por un mundo y un futuro para los más pequeños donde la educación emocional llegue a ser algo tan importante como muchas de las asignaturas que hoy se enseñan en el cole.