Son muchas las causas que hacen que cada vez haya más sobrepeso, obesidad, y muchas otras enfermedades como diabetes, hipertensión, etc.
Por ejemplo, tenemos el problema de que nuestra vida es cada vez más sedentaria, ya que la mayoría de los trabajos no requieren un gran esfuerzo físico, se juega con ordenadores o consolas, que no implican movimiento, vemos más la televisión…
También nos encontramos que por falta de tiempo no hacemos ejercicio, pero es que tampoco cocinamos, y tendemos a comprar comida ya preparada.
Vamos, que comemos mal. Comemos mal porque se nos suma la falta de tiempo, la comodidad, la facilidad para encontrar comida ya preparada, la mala calidad de muchos de los alimentos que compramos…y ahí es donde mucha gente dice: “Es que no podemos hacer nada, nos venden comidas de mala calidad y como es lo que hay tenemos que aguantarnos”, “no podemos hacer nada contra la industria”, “los alimentos ya no son como antes, ya nos venden comidas procesadas y no nos queda más que aguantarnos” …
¿En serio? ¿De verdad crees que no podemos hacer nada?
Vale, es cierto que la industria alimentaria intenta jugárnosla. Ya os he contado en alguna ocasión que intentan manipularnos a través de publicidad, de engañarnos con el etiquetado, etc., para que compremos sus productos. Pero es que, al final, ese es su trabajo: vender.
La industria alimentaria quiere que compremos sus productos. ¿lógico no? Pero no podemos echarle toda la culpa de la mala alimentación a ellos. Y no, no me ha contratado la industria alimentaria para que hable bien de ella cuando no lo merecen. No me vendería de esa forma.
Lo que quiero que entiendas con esta entrada es que no podemos creernos víctimas de la industria y pensar que no podemos hacer nada por nuestra alimentación, que la responsabilidad del aumento de enfermedades es culpa de otros.
Tú tienes en tu poder que la cosa cambie, pero tienes que dejar de creerte la víctima y tomar las riendas.
Recuerdas lo que te decía antes ¿no? Las empresas alimentarias (como cualquier empresa), quiere vender sus productos, y va a hacer lo posible para que les elijas a ellos en lugar de a otros. Y para conseguir que compres sus productos, van a intentar darte lo que tú quieres. Ahí es donde entras en juego.
Si pensamos un poco como si fuésemos encargados del marketing, cuando una empresa lanza un nuevo producto, anteriormente ha observado y ha preguntado qué es lo que demanda la población. No van a lanzar un producto que nadie vaya a comprar.
Por eso, somos nosotros, los consumidores quienes en cierta forma podemos decidir qué alimentos se venden y cuáles no. ¿No me crees?
Piensa en hace unos años, cuando se comenzó a decir que las grasas eran perjudiciales para la salud. ¿Qué ocurrió? Pues que la población estaba asustada, no quería comprar cosas que llevasen grasa y las empresas, que veían cómo caían sus ventas, empezaron a hacer alimentos light. Igual ha pasado de un tiempo para acá, desde que advertimos el peligro del azúcar. Cada vez encontramos más alimentos que declaran “sin azúcares añadidos” o están apareciendo más edulcorantes.
Te pongo un ejemplo más claro: ¿por qué cada vez las frutas que nos venden son más bonitas? Seguro que has visto que las frutas y verduras tienen todas una forma perfecta, un color estupendo…¡y un brillo! Posiblemente tú compres antes una manzana “perfecta” que otra que tiene imperfecciones, pequeñita y con polvo ¿no?
Por eso ahora es tan complicado encontrar frutas de huerto, que no hayan sido modificadas para que sean perfectas y que no les hayan echado una capa de cera por encima. Porque son feas y no las compramos. Y por eso la industria las hace más bonitas, aunque no sean tan sabrosas y haya que hacerles mil “retoques” a la planta para que salgan así…Y luego nos quejamos de que ya nada es natural, que está todo adulterado. Pero nos comemos la manzana bonita ¿me equivoco?
¿Entiendes ahora que en función de lo que los consumidores pedimos, lo que buscamos a la hora de comprar, condiciona lo que la empresa fabrique y venda?
Si no compramos determinados alimentos, si elegimos otros más saludables, las empresas van a darse cuenta de esto y cada vez nos ofrecerán alimentos más saludables. Si no, no venderán y quebrarán.
¡Ojo! Que muchas empresas ya están haciéndonos ver lo concienciadas que están con nuestra salud y ofreciéndonos alternativas más sanas. Mentira. Mucho cuidado con lo que compramos, a ver si pensamos que es sano porque está envuelto en verdecito, pone en la etiqueta “natural” o “sin azúcares añadidos”…
Fíjate muy bien en lo que compras, analiza bien los alimentos e infórmate de si realmente son saludables. Y por supuesto, compra esos alimentos que realmente sean saludables e intenta que también respeten el medio ambiente (recuerda eso de comprar alimentos locales y de temporada, o lo de “más mercado, menos supermercado”).
Pide que tu pan realmente sea integral, que las frutas sean de tu localidad y que los pescado no sean traídos de la otra parte del mundo. Este tipo de cosas son las que tú puedes hacer para cambiar las cosas y mejorar los alimentos que consumimos, y con ello tu salud.
Así que infórmate, preocúpate por lo que comes y compra saludable. Verás como si todos lo hacemos poco a poco puede que vaya cambiando la situación.
Para terminar, os vuelvo a dejar la frase que da título a esta entrada y que leí hace un tiempo pintada en la estación de autobuses de Jaén porque creo que resume totalmente lo que quiero decir en esta entrada: “La revolución empieza en tu plato”
¿Te apuntas a la revolución?